miércoles, 26 de febrero de 2014

El riesgo de que los compuestos químicos pasen del envase a la comida


Investigadores alertan de los posibles daños para la salud de miles de sustancias de uso diario

Entre ellos hay productos que simulan la actividad hormonal como los disruptores endocrinos.

Unas de las sustancias que preocupan cada vez más a epidemiólogos, nutricionistas, endocrinólogos son los compuestos químicos que se encuentran en los materiales que están en contacto con la comida. Pueden ser sustancias presentes en la película transparente con el que se envuelven los filetes para congelar, en el recubrimiento de las latas de envases de comida o bebida, en el revestimiento interior plástico de los vasos de cartón o las tarteras en las que se recalientan las sobras. O pueden ser otros componentes presentes en procesos de almacenamiento y procesado de comida o bebida; o en instrumentos que se emplean para servirla.
El problema surge cuando estas sustancias químicas migran hacia los alimentos que se consumen, un proceso que se acelera con el calor.
Esta exposición es crónica, de largo plazo: “uno está expuesto a estas sustancias prácticamente de forma cotidiana”.
“Algunos de estos compuestos están regulados y permitidos. La mayoría de ellas no están estudiadas”, Entre las sustancias está el formaldehido, un producto que se usa como bactericida o conservante. Se puede encontrar, en pequeñas cantidades, en botellas de plástico de tereftalato de polietileno (material más conocido por sus siglas en inglés, PET). Está considerado como una sustancia cancerígena por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, en sus siglas en inglés).
Otras de las sustancias con capacidad de trasladarse a la comida que se emplean en los procesos de envasado son los llamados disruptores endocrinos, unos compuestos químicos capaces de simular el comportamiento de las hormonas. Entre ellos están los ftalatos, el triclosán (antibacteriano y fungicida), el nonilfenol (detergente), el tributilo de estaño (biocida) o, uno de los más famosos, el bisfenbol-A.
Respecto a estas sustancias, la Sociedad Española de Salud Pública y administración Sanitaria (Sespas) remitió recientemente una carta a la Comisión Europea en la que se expresaba la “honda preocupación por los efectos sobre la salud humana y ambiental” causada por los disruptores endocrinos. La entidad solicitaba “la adopción de medidas y políticas urgentes para reducir la exposición de la población y el medio ambiente a dichos tóxicos” que se encuentran en “alimentos, agua, envases juguetes, textiles, plaguicidas, productos de higiene y otros muchos artículos de consumo”.
Existen trabajos que han establecido una relación directa entre disruptores endocrinos como el bisfenol A y la diabetes.
De momento, además de plantear medidas a título colectivo, como por ejemplo políticas europeas que regulen esta cuestión (Francia ha prohibido el uso de bisfenol A desde 2015), Y se debe calentar la comida en el microondas sobre una superficie inerte como un plato de vidrio en lugar de envases de plástico.Unas de las sustancias que preocupan cada vez más a epidemiólogos, nutricionistas, endocrinólogos son los compuestos químicos que se encuentran en los materiales que están en contacto con la comida. Pueden ser sustancias presentes en la película transparente con el que se envuelven los filetes para congelar, en el recubrimiento de las latas de envases de comida o bebida, en el revestimiento interior plástico de los vasos de cartón o las tarteras en las que se recalientan las sobras. O pueden ser otros componentes presentes en procesos de almacenamiento y procesado de comida o bebida; o en instrumentos que se emplean para servirla.
El problema surge cuando estas sustancias químicas migran hacia los alimentos que se consumen, un proceso que se acelera con el calor

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